miércoles, 17 de enero de 2018

Cake Minuesa en Echarri-Aranaz

Echarri Aranaz, vivienda de Jesús Ulayar, asesinado por ETA. Sra Barcos, ¿algo que decir?
Amigo Cake Minuesa, amigo Juan Antonio Extremera, ¿creéis vosotros que el que tiene que disparar cinco tiros no lo pasa también mal? ¿creéis que la noche anterior a la 'ejecución' duerme a pierna suelta? ¿que no le gustaría que otro llevara a cabo la 'ekintza'? Pero sabe que 'alguien debe tirar de gatillo' y el 'anónimo luchador' lo asume por su compromiso con Euskal Herria. 
Ya sólo por eso, debe figurar en el 'Mapa del Sufrimiento'. Y no le pidas que se arrepienta, que ya chupó cárcel.
¡Tiene cojones!

CIUDADANOK EN ECHARRI-ARANAZ, PARAÍSO DE LOS TERRORISTAS
Habla el etarra que mató al alcalde navarro Jesús Ulayar: “¿Arrepentirme? Pierdes el tiempo”





Cake Minuesa viaja a Navarra, concretamente a Echarri-Aranaz, para recordar el asesinato del alcalde Jesús Ulayar a manos de ETA en enero de 1979, a las puertas de su domicilio y en presencia de su hijo Salvador, autor del libro ‘Morir para contarlo’ (editorial Sahats, 2014).
Allí, nada más llegar, se encuentra con tres banderas: una de la Comunidad Foral, una ikurriña y, a este lado, una estelada. Le recibe Juan Antonio Extremera, portavoz del PP en el ayuntamiento de la localidad, que le lleva al lugar de los hechos y le cuenta lo ocurrido.
Hoy se ve una fachada pintada en tono azul claro con decenas de manos blancas como símbolo de paz. Enfrente, el lugar exacto donde cayó Ulayar tras ser tiroteado, donde ahora, lejos de haber un memorial o monolito, hay contenedores, basura. Justo donde, horas después del crimen, vecinos del pueblo brindaban con champán.




El verdugo es víctima en el ‘mapa del sufrimiento’

‘Morir para contarlo’
(editorial Sahats, 2014)
El responsable, quien apretó el gatillo hasta en cinco ocasiones, fue el terrorista Vicente Nazabal, que consta como víctima en un ‘mapa del sufrimiento’ elaborado por el gobierno de Uxue Barkos. Minuesa llama a Nazábal, que advierte al periodista de que “pierde el tiempo” y se niega a dirigir una disculpa a la familia que destrozó.
La alcaldesa, Eneka Maiz (EH Bildu), pariente carnal de quien figura como encubridor, también se niega a decir una sola palabra.
Las calles dan una imagen igual de desoladora, para rabia e impotencia de los demócratas, con carteles que homenajean a los etarras en prisión y que piden su acercamiento, que incluso dan sus direcciones postales en los penales para que todo aquel que lo desee pueda enviarles una carta.

Es el retrato de la soledad de los que luchan por la no violencia, por la memoria y por un relato no contaminado del dolor provocado por una organización acabada pero con aún demasiados seguidores y en las instituciones públicas, también en aquellos puntos donde más daño hicieron.



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