sábado, 18 de noviembre de 2017

Esperanza tras la matraca


Me da rabia no haber publicado más artículos sobre Cataluña de Manuel Campo Vidal, que es -a mi entender- quien ha aportado más datos relevantes  y empleado un tono más ecuánime  en este desafío soberanista. Éste, que os presento, se publicó el pasado domingo, día 12, en DN.

"Conflicto catalán: entre el hartazgo y la esperanza",        por Manuel Campo Vidal
En un bar de Sevilla, en plena crisis económica, se leía en una pizarra: “Prohibido hablar de la cosa. Vayan al bar de al lado”. El propietario lo explicaba así: “Es que uno se harta de que la gente se pase el día con eso de que si la cosa está muy mal, que si la cosa va a peor... Aquí se viene pa relajarse, no pa llorar”.
La “cosa” tediosa hoy es Cataluña. Luis, ingeniero, ha bloqueado a varios amigos en Facebook porque cuando se levanta ya tiene varios vídeos y carteles monotemáticos sobre la “cosa”. El compañero de celda de Jordi Sánchez, presidente de la ANC, pidió cambiarse porque no aguantaba la matraca independentista. Todo agotador. 
La “cosa” sigue estando ahí, como demuestra la manifestación del sábado, pero va frenando su escalada, acaso por decepción: aseguraron que bancos y empresas no se irían y hay empleados de las entidades huidas que no duermen porque temen su traslado a otras ciudades; vendieron que Europa les estaba esperando para apoyar la independencia y solo se confirma que Rusia se volcó en ayudar a la secesión con un ejército de cibernautas y robots, a partir de webs venezolanas; exhibieron que Julián Assange trabajaba incansablemente para apoyar por Twitter la República y se ha localizado ya la factura por la que cobraba sus servicios de la Generalitat, vía agencia.
La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat,
este fin de semana, junto a la torre Glòries
Y Puigdemont en Bélgica metiéndose hasta con la Unión Europea. Patético todo. E irritante que ahora el diputado Joan Tardà admita que “no había base social para proclamar la República”, o que el creador del programa Polonia declare que “iban de farol”. Por esa broma macabra se ha disparado en Cataluña, desde septiembre, el consumo de tranquilizantes y las consultas psicológicas; por esa gracia, Barcelona está a punto de perder la Agencia Europea del Medicamento que sale de Londres por el Brexit (mil empleos y cuarenta mil visitas anuales); sumen a eso la caída del comercio en un treinta por ciento más el crecimiento del paro en la hostelería por la disminución del turismo.
DeSastre total: Carlos Sastre, junto a Joan Tardá y Otegi
Para rematarlo, el miércoles, día 8, se convocó huelga general. Huelga hubo poca pero atascos en carreteras y trenes, todo el día. Crispación ciudadana máxima. Intervención policial mínima. El jefe del sindicato convocante es Carles Sastre, condenado por participar en el asesinato del empresario Bultó, el ex alcalde de Barcelona Joaquin Viola y su esposa. Lo entrevistaron en su día en TV-3 con honores. El daño a la Marca Barcelona es máximo. 
Pero el independentismo aún tiene esperanza: el nacionalismo español más rancio ayuda. Apunten autogoles: la intervención policial del 1 de octubre o la rigidez de la jueza Carmen Lamela, contrastando con la habilidad del magistrado Pablo Lerena. 
Para que se abra espacio a la conciliación, deben cesar los brotes del autoritarismo mesetario que el independentismo ha hecho aflorar: columnistas tratando de ridiculizar a Carme Forcadell con titulares sobre si “renegó del proceso”; periodistas de deportes que se olvidan del fútbol y que muestran a ultras quemando banderas del Barça; piquetes violentos de corte fascista que perturban manifestaciones de ciudadanos que exhiben banderas de España solo para dejar constancia de que no solo hay independentistas en Cataluña;  el ex presidente andaluz Rodríguez de la Borbolla llamando “cerdos” a los independentistas... Hay una legión de torpes campando a sus anchas que son la última esperanza del independentismo para avivar la llama. Nada está resuelto pero algo se avanza. Cuidado: hay que ganar pero no humillar.

Manuel Campo Vidal es periodista y pte. de la Academia 
de las Ciencias y de las Artes de Televisión de España

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